lunes, 30 de enero de 2012

Mis lecturas.- W.B. Yeats.- Ideas sobre el bien y el mal



La maestría de un escritor como W.B. Yeats hace que cada relato escrito por él, se convierta en una dichosa y maravillosa experiencia espiritual. Lo que escribe tiene siempre el esplendor de lo maravilloso, lo tenue, lo sutil y lo extraordinario. Yeats reúne 20 relatos en este increíble libro, a cual más extraordinario. Su arcoíris viaja desde William Blake, hasta el simbolismo en la pintura, en la poesía, los estados de ánimo, el retorno de Ulises, el teatro y la magia.
Me encantó su descripción del ritmo en la maestría de los escritores:
El ritmo es lo que separa a los buenos escritores de los malos, porque es la luz, la fragancia, el espíritu de toda literatura intensa.
Yeats descubre – redescubre – la belleza de recitar poesía con música de salterio. Imagínense: En la calle de Gante, en un restaurant bar ,” La Luz”, la música de salterio acompaña a los alimentos.¡ Ahora supongan que tocando el salterio, se leen poemas de Yeats.! Yeats incluso – algo extraordinario que agradecemos los que podemos leer música – ¡publica algunos poemas con música para salterio!
Yeat afirma: “ Todo arte es una monotonía en lo externo, para lograr una variedad interior, un sacrificio de los grandes efectos a los efectos sutiles, un ascetismo de la imaginación. “
Yo escribí en mi primera novela un capítulo sobre la ceremonia del té, de lo más sutil dentro del sutil oriente. Y sin embargo, inicio esa misma novela, como dice Yeats, con la costumbre de los grandes efectos- en mi caso con un impacto ambiental- Recuerdo en este momento a Paul Auster, el maestro de los grandes efectos dentro de historias que pensamos ya no pueden ir más allá.



MAGIA

La narración de Yeats, es un acontecer que alguna vez nos ha sucedido, pero del cual no lo vimos, lo ignoramos o no lo recordamos. Somos ajenos a la Magia, de la que él, poeta, percibe sus elementos. Esta es una breve narración sobre sus anécdotas de magia:

“Algunos años más tarde estaba yo en París alojado en casa de unos amigos. Me había levantado antes de desayunar y salido a comprar un periódico. Había observado que la criada, una chica llegada hacía algunos años del campo, estaba poniendo la mesa para el desayuno. Al pasar junto a ella iba diciéndome a mí mismo una de esas largas historias tontas que uno dice sólo para sí. Si hubiera ocurrido algo que no ocurrió, me habría hecho daño en el brazo, pensé. Me vi a mí
mismo con el brazo en cabestrillo en medio de una aventura juvenil. Volví con el periódico y encontré a mis anfitriones en la puerta. Apenas me vieron dijeron estas palabras u otras parecidas: “¡Cómo! ¡La criada nos acaba de decir que tenía usted un brazo en cabestrillo! Pensamos que algo le había ocurrido anoche, que, tal vez, le habrían atropellado!. “
Había cenado al otro lado de París y había llegado cuando todo el mundo estaba ya acostado. Había proyectado mi imaginación con tal fuerza sobre la criada, que ella lo había visto, y con algo que era al parecer más que el ojo de la mente”



William B. Yeats comenta en relación a la magia:
“Si yo, sin intención, puedo proyectar un hechizo o un encantamiento sobre personas de nuestra época que han vivido durante años en grandes ciudades, no hay razón para dudar de que otros seres humanos, hombres y mujeres, hayan podido proyectar intencionadamente un encantamiento mucho más fuerte, sobre personas muchísimo más sensibles de antiguas épocas o de que existan personas que aún puedan hacerlo allí donde todavía perdura el antiguo orden de vida. ¿Porqué no iba a poder San Patricio – o aquel de quien primero se contó la historia- aventajar a sus enemigos, él y todos sus clérigos, como una manada de ciervos? ¿Porqué no iban a poder los encantadores como él, en Morthe d’Arthur, hacer que las tropas de caballos parecieran sólo piedras grises? ¿Porqué los soldados romanos no podrían haber temblado un instante, aunque provenían de una civilización que estaba dejando de ser sensible a esas cosas, durante un momento ante los encantamientos de los druidas de Mona? ¿Porqué el padre jesuita, el conde Saint Germain o cualquiera que haya sido la primera persona de la que se contó la historia no había de aparecer realmente saliendo de la ciudad en coche tirado por cuatro caballos por las doce puertas al mismo tiempo? ¿Porqué Moisés y los encantadores del faraón no iban a poder hacer que sus varas pareciesen serpientes devoradoras, como lo logran curanderos de muchos pueblos primitivos con trozos de cuerda vieja? ¿Porqué el encantador medieval no iba a poder lograr que en el pleno invierno pareciera brotar el verano con todas sus flores?”




William B. Yeats concluye en relación a la magia :
“ Si todos los que han descrito hechos como éste no han soñado, deberían volver a escribir nuestras historias, ya que todos los seres humanos, por cierto todos los imaginativos, deben estar proyectando constantemente encantamientos, hechizos e ilusiones; y todos los hombres, especialmente los tranquilos que no llevan una vida poderosamente egoísta, deben verse continuamente dominados por el poder de los otros. Nuestros pensamientos más elaborados, nuestros más complejos propósitos , determinadas emociones, creo que a menudo no son realmente nuestras, sino que han surgido súbitamente como si vinieran del cielo o el infierno… No debería el historiador recordar a ángeles y demonios del mismo modo que recuerda reyes y soldados y revolucionarios y pensadores. No podemos dejar de admitir que los seres invisibles, las influencias lejanas, las formas que pueden venir flotando desde un ermitaño en el desierto, se ciernen sobre salas de Consejo, sobre estudios y campos de batalla. Nunca podremos estar seguros de que no fue una mujer que pisaba uvas en un lagar la que inició ese cambio sutil en la mente de los hombres, ese movimiento poderoso del pensamiento y la imaginación de la cual han hablado tantos escritores alemanes; o que la pasión, por la que tantos países han entrado en guerra, no comenzó en la mente de un pastorcillo , iluminando sus ojos por un instante antes de seguir su camino.”

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