miércoles, 25 de enero de 2012

Mis lecturas.- William Faulkner.- ¡Desciende Moisés!









Cuando leo la frase de Faulkner: "No te molestes en ser mejor que tus contemporáneos o tus predecesores, intenta ser mejor que tú mismo.", entiendo el significado profundo de su literatura.
García Márquez en su Vivir para contarla y Vargas Llosa en El pez en el agua, admiten su influencia en la narrativa, algo que al leerlos emerge más que como una influencia: son sus discípulos .¡Qué mejor de dos premios nóbel latinoamericanos, ser discípulos del nobel Faulkner!
Leo los cuentos breves de ¡Desciende Moisés!, con el placer de leer una sola narración, porque sus situaciones y sus personajes, están profundamente imbricados. El personaje Lucas, me atrajo inmediatamente y su creatividad e inteligencia, basadas en principios sólidos de orgullo, son increíbles.
“ Sin embargo Lucas no daba importancia a su sangre blanca , sino al contrario. Era como si él fuese no sólo impermeable a esa sangre, sino indiferente. No tenía necesidad de competir con ella. No tenía siquiera que molestarse en luchar con ella. La resistía siendo la mezcla de las dos razas que le habían formado, simplemente poseyéndola. En vez de ser a la vez el campo de batalla y la víctima de los dos linajes, era un recipiente permanente sin estirpe, no conductor, en el que las toxinas y las antitoxinas se daban jaque mate mutuamente, sin que se notara al exterior”
En mi vida, reflexionando sobre esta frase iluminadora de Faulkner, me pregunto ¿No es acaso esta mi situación y la de todos los humanos? Yo desciendo por parte de padre de una familia de marinos: marino mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre. Yo mismo trabajé de marino para pagarme mis estudios. Y de parte de madre, mi sangre está unida a la magia de la selva, a la belleza del río Tehuantepec, a las leyendas del Istmo de Tehuantepec y su gente hermosa, indómita hasta el presente.
No existe una sola lectura de Faulkner. Y así me ha sucedido nuevamente.
Su profundidad psicológica a través de un lenguaje maestro de detalles, significados ocultos que poco a poco serán develados por el personaje, convierte su lectura en un placer eterno, gran poder de la buena literatura.
En general, sus cinco obras maestras, me esperan como un suculento platillo emocional y visual: El ruido y la furia, Mientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalón, Absalón! y El villorrio (1940) como sus novelas más importantes. No me lo acabo de creer: ¡Gozar a Faulkner y sus obras maestras! Desde luego, mi consejo de amigo ¡Leerlas! O ¡Releerlas! – ¡quien sabe que sea mejor!
El periodo más inspirado de la obra de Faulkner se cierra con la colección de cuentos ¡Desciende, Moisés! (1942), que incluye una de sus máximas creaciones, el cuento largo "El oso"., y el cual estoy terminando de leer.
Iniciar así el año 2012 es fortalecer el espíritu, suavizar el alma y dar luz al camino diario.




No es posible leer “El Oso”, la obra maestra de William Faulkner, por partes. La intensidad dramática, el suspenso, la maestría de la narración, la integración total emocional con el personaje- con los personajes inolvidables- Lion, ante todo Lion- y Old Ben. Poder vivir a través de la obra maestra literaria estos momentos tan dramáticamente intensos que te quitan la respiración, te hacen desvelarte, vibrar, enfermarte, aliviarte, todo en minutos, horas que se van como el viento del otoño,
Yo soy una persona que se opone a la cacería. De joven mi padre me llevó
Al cerro del Bernal en Tamaulipas, a “lamparear” y aún recuerdo esa primera y última noche de desvelo, yo con un rifle 22 que nunca había disparado, aterrorizado más por la impenetrable oscuridad sin luna que por el posible tigre o gato montés que saltara sobre mí, viendo un hilo de luz de mi lámpara sobre la montaña misteriosa. Fue una noche ridícula para mí en resultados, pero de sabia enseñanza – debut y despedida-: Ví unos ojos enormes en la oscuridad que me miraban amenazantes. Levanté mi fusil, disparé y … después escuché un cuerpo pesado que caía sobre las ramas y hojas. Mi padre se acercó y sólo me dijo: “Yo la pago, no te preocupes. Vamos a regresar”
Al día siguiente, me mostraron el gato montés que había matado Rómulo, su amigo, y también la vaca que yo había asesinado y que mi padre tuvo que pagar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios son bienvenidos y necesarios